El sector sigue espectante a la espera de la aprobación definitiva del Real Decreto sobre la Certificación Energética de Edificios. Mientras tanto es necesario realizar campañas de concienciación ciudadana de lo que está por llegar.
Asumiendo de inicio que evidentemente somos parte interesada, vamos a intentar exponer de la manera más objetiva y real posible, por qué el certificado de eficiencia energética de un inmueble no debe ser considerado únicamente como una simple tasa impuesta, o gasto extra que carece de sentido e interés, más aún en los tiempos que corren.
Para esta exposición nos vamos a centrar en tres perfiles:
- Propietario interesado en vender o alquilar su inmueble.
- Ciudadano que aún en estos tiempos accede a la compra o alquiler de un nuevo inmueble.
- Ciudadano ajeno al mercado inmobiliario, que vive en su inmueble de toda la vida.
1. Propietario interesado en vender o alquilar su inmueble.
Es a este perfil al que sin duda más va a afectar el futuro Real Decreto, al obligarle a poner a disposición del nuevo propietario o arrendatario del correspondiente certificado de eficiencia energética, así como de incluir la etiqueta energética en toda publicidad dirigida a la promoción de la venta o alquiler de su inmueble.
Sin embargo en un mercado saturado, con tanta oferta y tan poca demanda, con la competencia que a día de hoy suponen las entidades financieras, y con el fin en este 2013 de las ayudas fiscales y la reducción del IVA, consideramos que disponer del certificado y la etiqueta energética, constituye un elemento diferenciador y un valor añadido que puede resultar clave en este contexto para tener éxito con la venta o alquiler del inmueble. Incluso el simple hecho de disponer del certificado, con independencia de la calificación obtenida y reflejada en la etiqueta energética (recordemos de la letra A a la G), supone ya de por sí este valor añadido al proporcionar al consumidor, entre otras cosas, información clara del consumo energético del inmueble. Si a esto se le une una decente calificación, el citado valor añadido se multiplica por muchos enteros. En este sentido hay que recordar que sin aplicar ninguna medida de mejora, en nuestro parque edificatorio existente, lo normal será encontrarnos con calificaciones próximas a las letras E, F y G.
A esto hay que añadir que el coste de la certificación es mínimo comparado con el precio de venta, o apenas llega al 50% de una cuota mensual en caso de alquiler.
2. Ciudadano que aún en estos tiempos accede a la compra o alquiler de un nuevo inmueble.
La persona dispuesta a comprar o alquilar un inmueble debe sin duda tener en cuenta a partir de ahora su consumo energético (como ya lo hace con los electrodomésticos o con los vehículos). Se trata de una característica más como lo es por ejemplo el número de habitaciones, o los metros cuadrados. Como consumidor tiene derecho a recibir esa información y como tal debe exigirse. Más ahora en que la tarifa eléctrica no para de subir y las expectativas en este sentido no son muy halagüeñas.
3. Ciudadano ajeno al mercado inmobiliario, que vive en su inmueble de toda la vida.
Evidentemente a este perfil en nada afecta el futuro Real Decreto en cuanto a obligaciones se refiere. Sin embargo en el contexto anteriormente citado de una cada vez más alta tarifa eléctrica, el certificado energético puede cobrar sentido al aportar de manera sencilla y por un coste razonable información objetiva sobre el consumo energético de nuestro inmueble, así como medidas y soluciones que de ejecutarse redundarían en una rebaja de dicho consumo. Medidas que por otro lado pueden ser financiadas (independientemente de las tan prometidas, pero no tan reales a día de hoy, ayudas públicas) con los propios ahorros conseguidos en la factura energética. A todo esto hay que añadir sin duda una revalorización del inmueble.
Podemos resumir diciendo que el certificado de eficiencia energética:
- Aporta de manera sencilla información objetiva sobre lo eficaz que es un edificio, vivienda o local respecto al consumo de energía. Cuál es su demanda de energía y su consumo energético en condiciones normales de uso y ocupación. Hace ver los puntos fuertes y débiles energéticamente hablando de los mismos.
- Para edificios, viviendas y locales ya construidos, aporta soluciones técnicamente viables que permiten rebajar el consumo energético y por tanto mejorar la eficiencia energética. Las medidas adoptadas se pueden financiar con los propios ahorros conseguidos en la factura energética en plazos relativamente cortos.
- Permite deducir y establecer otras estrategias en favor del ahorro y la eficiencia energética.
- Fomenta la rehabilitación. Prolongando la vida útil del edificio, vivienda o local, y mejorando la sensación de confort de las personas que lo ocupan.
- Fomenta el respeto al medio ambiente.
- Ventajas sociales.
- Ventajas económicas. Nuevo valor de mercado. Valor añadido, elemento diferenciador. Revalorización del patrimonio inmobiliario.